La música electrónica ha sido el mayor afrodisiaco que he encontrado. Estábamos encerrados en ese pequeño espacio, a nadie se le pedía absolutamente nada, el lugar era magnífico por eso. Yo deseaba besarte, yo deseaba tocarte, entre los apretujones comencé a excitarme. En algún momento sentí a una chica muy cerca de la barra y de mí. Me hubiera gustado que nos besáramos los tres. A los pocos minutos te empecé a tocar, protestaste con desinterés. Estabas desprotegida, besé tu cuello, me arrimé, huiste pero al final decidiste todo. Decidiste los besos, permitiste las caricias, acostaste el asiento y disfrutaste mis besos más que yo los tuyos. La luna llena nos espió. Nadie escuchó nuestros gritos. Ah qué par de ruidosos somos. En ese momento había muchas cosas en ti que me gustaban. Me hubiera quedado contigo a partir de ese día y para siempre. No podía ser así. Tenía que disfrutar tu cuerpo completo. Me faltan imágenes de tu cuerpo, tendrías que haber sido mi modelo. Te gustaba mostrarte desnuda conmigo, me gustaba verte así, algunos defectos en tu cuerpo. Ya no somos niños. Pero maravilloso tu cuerpo blanco. Maravillosa tu mirada. Con la obscuridad tu rostro me recordaba a alguien. Al final fue la misma historia, mis temores la expulsaron de mi paraíso, y luego a ti te expulsé también. Tener sexo contigo fue magnífico. Con pocas lo he disfrutado tanto como contigo. Estamos hechos para disfrutarnos en la cama. Pero te tengo miedo, tengo miedo de que cada vez sea más difícil deshacerme de ti.
Salí un poco sordo del lugar, eso me permitió escucharte mejor. Pero conforme el ruido de la música electrónica se diluía te escuchaba menos. Días después ya no te oí. La imagen de tu cuerpo delgado se me evade. Cuando se vaya para siempre escribiré más sobre ti. De momento es tan solo una nube entre mis ojos y el futuro. Dejé sin sabores, lo sé, pero este castillo continúa bien pertrechado, te dejé en el foso de los cocodrilos y me privé de lo que más me gusta de ti. Pero hay algo que me dice huye ¡huye! como una nota electrónica que se fuga entre el ruido ensordecedor o como alguien invisible que sale de esa pequeña bodega en medio de tanta gente, sin hacerse sentir.
Y en este momento ya no existo, mis besos se han diluido, y con el último punto, mis letras también.
martes, 14 de julio de 2009
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