Tengo un sueño.
Siempre he fracasado en su consecución.
Un día me pregunté qué estaba dispuesto a dar a cambio de alcanzarlo.
Dediqué cuatro horas a plasmar la ilusión en mi piel.
Acciones iguales conducen a resultados iguales.
No. No. No.
Estoy haciendo las mismas acciones y estoy esperando resultados distintos.
Te estoy esperando a ti.
La diferencia es que di algo a cambio.
Esa tarde de celebración di algo de mí por ti.
Y comenzó la espera. Jamás me había sentido tan solo.
Mi último año nuevo solo.
Con el ímpetu de la madrugada y los bríos del alcohol salí a buscarte.
Las columnas de un tren elevado me evocaban los molinos.
Y tu sonrisa -que tanto disfruto provocar-
me hace confiar en mi sueño.
También temo.
Ahora que estás lejos me preocupa lo que sientas.
Son sólo días, pero si a mí me queman por dentro
no quiero que a ti te den siquiera comezón.
¿Es la mística una fuerza perenne o es una fuerza efímera?
Hay mucho de convicción.
Y hay sueños que a veces dicen no,
como hasta hoy me ha dicho uno.
Y aquí voy a mis sueños
con tu cuerpo empalmado al mío como esta mañana.
Ese nuestro primer saludo con un beso
tendría que ser el presagio de algo que no termine
... y no solamente un sueño.
domingo, 30 de enero de 2011
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