jueves, 10 de marzo de 2011

Te amo, qué amo

A Angélica

Hace poco menos de una hora, de camino al metro, por una ruta ligeramente desviada de la más corta, pero más agradable, por la calle de Amsterdam en la Hipódromo Condesa, crucé la calle con tranquilidad, observando un pequeño camión que estaba estacionado en lugar prohibido y que de esta manera formaba un punto ciego para un anárquico acomodador que en vez de dar la vuelta completa a la glorieta prefirió dar la vuelta en U. Un Seat gris me tocó y mis manos se apoyaron en el cofre quizá para reducir el impacto sobre mis piernas, que no alcanzaron a sentir ningún dolor. Enfurecido por el hecho inesperado me acerqué al conductor y pateé la puerta del vehículo. Continué mi marcha sobre el camellón de Amsterdam y vi cómo el Seat se detuvo, primero pensé que podría venir la venganza del conductor por la patada a su vehículo hasta que hubo una sustitución de conductores. Pasé a unos metros de quien estuvo a nada de atropellarme, y en segundos tuve montones de alternativas para actuar. La mejor alternativa no llegó a mi mente en ese momento: pacíficamente recomendarle dar la vuelta completa en todas las glorietas. Yo sabía que si me acercaba a él podía estallar, sabía que si abría la boca podría insultarlo, sabía que podía hacer un escándalo en el restorán para el que trabaja. Caminé con ira contenida hacia el metro, viajé con ira. Siento aún un poco de ira. Siento un poco de calor en la palma de mi mano derecha, no alcanza a ser dolor. Me duele ligeramente mi pie derecho, el mismo con el que pateé la puerta del auto. Miro un poco hacia la derecha y sigo soñando con una ciudad mejor, eso siempre me calma y a la vez me enciende por dentro, me involucra y me motiva a caminar con la misma firmeza que esta noche en la que de ninguna manera estaba dispuesto a correr indignamente como los automovilistas fuerzan a muchos peatones en esta ciudad.

Anoche dije Te amo. Una expresión corta. Simple de decir, pero que uno llega a decir a más de una pareja en la vida. Uno no llega a amar tantas veces como decir te amo. Tengo claro que amo, tengo claro el sentimiento de amar.

En el camino de regreso a casa volví pensando en la mujer a quien dije Te amo. No quise tuitear ninguno de los sentimientos que pasaban por mí. No quería -y no quiero- escuchar ningún Cuídate, Ten cuidado, Fíjate bien. Hay convicciones muy profundas. Hay sentimientos muy profundos. Hay una mujer maravillosa que hasta el momento me ha demostrado que me quiere y a la que hace tal vez 24 horas dije Te amo por primera vez.

¿Preocuparla? Esta sensación de confianza y de fortaleza que significa una pareja en quien confiar lo bueno y lo malo entra de pronto en ese vericueto en el que para uno comienza a ser más importante que la otra persona esté bien, que desahogar filas de sentimientos que se generan en ese segundo de adrenalina que podría haber significado caer en el suelo lastimado por un vehículo.

Después de haber dicho Te amo ya no supe qué decir. Su respuesta a los distintos te amo de este día fueron verbalmente Te adoro, y corporalmente abrazos más intensos que de costumbre. En mi mente estuvo la duda de si me aceleré a decir Te amo, y tras el incidente con el Seat vino la pregunta sobre qué amo.

Amo mis sueños y ella representa muchos de mis sueños y existen sentimientos intensos por parte de ambos. Hay otros sueños que se mueven en paralelo. Para que llegue el día en que ningún peatón tenga que correr precipitadamente ante el temor de ser arrollado por un auto no basta con cebras en el piso, consejos en el radio y multas -hoy inexistentes. Hace falta que en cada persona cruzando una calle exista la convicción de estar sembrando una bandera en cada cebra.



Ambas banderas, la de las convicciones y la del amor por una persona o una familia, luchan y entran en conflicto. Mi pequeña revolución no es nada, en Chihuahua asesinan a quienes demandan justicia por la muerte de sus seres queridos y uno se pregunta ¿hasta dónde la lucha aislada es importante y hasta dónde la familia está antes que todo? Las convicciones, sin embargo, forman parte de la enseñanza que uno hace a sus descendientes. Todo es un equilibrio muy frágil, como también los teamos pueden serlo. [Y ahora tú sueñas y yo escribo, y mientras sueñas sueño que te digo Te amo al oído, te doy un beso y duermo.]

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