martes, 18 de marzo de 2008

Me dolía el tiempo

Han pasado diez años y nos hemos vuelto a ver. Yo con un poco más de peso. Tú con una niña de dos o tres años. Te saludé sin mayor interés. Me había propuesto que esta vez tú temblaras. La verdad yo sigo temblando por dentro. Tú como si nada. Yo no creo haber mostrado nada más que eso. No te quise dar importancia. Me dolía el tiempo. La fiesta seguía con o sin nosotros. En algún momento me miraste. En algún momento te miré. Seguro lo hice más yo que tú, pero hacia donde no me descubrirías.
Sonrío.
Llegó el final. Me despedí de ti, de tu madre y de tu hermana.
-Hace dos días me estaba acordando de ti
-Ah, ¿sí? -pregunté
-Sí, alguna vez te pedí una lista de recomendaciones para leer, y la había estado buscando una semana antes pero no la encontré
-Ahora seguro te recomendaría libros distintos
-Pensé que la tenía dentro del libro que me diste, pero no estaba allí, la encontré en otro lugar
-Qué bueno que te sirvió
-Me escribiste que era una lista misógina porque casi todos los autores eran hombres
Reí. Terminé de despedirme.
Eran todos los sentimientos en un instante. Era la espina clavada en el corazón por el rechazo próximo a cumplir una década. Había otras espinas, más pequeñas tal vez, las espinas que me hirieron en el camino. Había una mucho más grande. Mi último amor te invocaba. Pero ya se había ido con su infidelidad a cuestas.
Eran todos los sentimientos en un instante.
Era el coraje. La pregunta de por qué no, repetida durante diez años. La respuesta imposible de ver. La lucha en desventaja de las artes contra las ciencias, de un rostro bello, de un cuerpo hermoso, de tu carisma, del todo, contra la nada, venciendo la nada. Un matrimonio que huele más a interés parece estar llegando a su fin. Evocar las lecturas que alguna vez te recomendé, evocar un libro que te escribí, no es tanto un motivo de esperanza como lo es de coraje. El coraje de sólo haber alimentado tu ego y minado mi orgullo.
Eran todos los sentimientos en un instante.
Era la soledad por diez años de amantes. Era la alegría de haberte visto. Era la ocasión para volver a escribir de ti. Ibas vestida de blanco.
Y reí en el camino ... porque you wore blue velvet.

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