He conocido la locura. He sido manipulado y he manipulado. Más lo primero que lo segundo, porque me dobla su sonrisa fresca. Nada más bello que su sonrisa.
¿Es necesario destruir lo que no se ha construido? Son impulsos. No es amor, o puede serlo en forma malentendida.
En una ocasión un amigo me platicaba de los berrinches de su niña de tres años y de cómo ella tendía a dañar los buenos momentos entre los dos, hasta que la hizo ver que con sus berrinches los dos perdían. Parece algo complicado hacerlo con un niño, pero quizá es mucho más fácil que con un adulto, donde en las relaciones tenemos esas variantes adultas de los berrinches infantiles y no es posible hacer ver a la otra persona que los dos perdemos. O quizá la manipulación es poder, y ese poder delicioso y vano es lo único que queda cuando nada queda.
Todo lo que aquí se escriba está fuera de contexto, puede haber cosas ciertas, puede haber medias verdades, medias mentiras, mentiras absolutas, yo sólo quiero con estas palabras cubrir vacíos, compensar huecos de mi vida, darle salida a mi locura, a mi histeria, a mi pasión, realizarme escribiendo.
Blue Velvet es mi espacio. Lo abro porque lo quiero compartir. En Megablógolis escribo para todos, aquí escribo para mí. Me gusta sentirme bien con lo que escribo. Hay cosas muy malas, ustedes lo saben mejor que yo, y otras que me ha encantado no sólo escribirlas sino volverlas a leer.
De cualquier forma, en este instante, daría la vida por un minuto de la sonrisa de mi amor; daría la vida por un beso en su boca, en su cara, en su espalda; daría la vida por el intercambio de frases pueriles, abrazos y fluidos; daría la vida por ella misma.
Son muchos años juntos, pero tarde o temprano la perderé junto con la locura. Y dejaré de escribir en Blue Velvet. Cerraremos este espacio, y este círculo, pero habrá otros nuevos. Al fin y al cabo la blogósfera es infinita. Blue Velvet es contemplación y es locura. Blue Velvet recuerda a Gala y a la Bámbola, figuras dulcineicas que han estado presentes en los últimos 10 años de mi vida.
sábado, 24 de mayo de 2008
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