Toqué tu pezón hasta que se contagió de mí.
Acaricié tu piel hasta que se enchinó.
Sentí tu humedad hasta que me deslicé en ella.
Sudé a tu ritmo.
Y grité tanto que vino el silencio.
Toda la noche fue el silencio.
Y luego tu gritaste.
Yo después grité de nuevo
porque quería el silencio.
¡Ay!
Silencio
viernes, 16 de mayo de 2008
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