jueves, 22 de mayo de 2008

El grito moribundo

(a ti, la única mujer que he amado)

Es la hora en que todavía te amo
el tiempo en que mi cama aún huele a ti
el momento en que tus besos pequeños
siguen tronando en mi oído
y el segundo en que suspiro
por lo que fue
y por lo que no ha sido.

Es la hora en que extraño tu revés
la viscosidad de tu sexo
tu sonrisa infantil,
tus chantajes estériles,
mis gritos sobre ti,
la forma de tus vellos,
y tu vida en la mía.

Es la hora en que ya no confío en ti
que me hiciste sentir nada,
no por lo hecho,
sino por lo que no quisiste hacer,
y siento como si hubieras deshecho,
lo que jamás existió,
lo que sólo yo inventé.

Ya no habrá caricias,
no capturaré más tu cuerpo desnudo,
no habrá hijos, no habrá nada.
Nunca hubo sueños compartidos,
los míos jamás fueron los tuyos.
Habrá añoranza,
y habrá todos los instantes en uno solo.

Es la hora en que más extraño tu desnudez,
que más me cela tu pasado,
tu presente,
tu futuro,
el segundo en que me vuelvo loco,
infantil, suicida, adicto,
el instante del grito moribundo.

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