domingo, 24 de agosto de 2008

Qué bonito es guardar silencio

Estábamos en la oficina de René y sus socios en una comida sin mayor motivo que el encuentro amistoso. Cuando llegué había una mujer muy guapa. Se llamaba Sandra pero le decían Sandy. Verdaderamente hermosa, rondando los 40. La comida estaba al centro. Minutos después llegó Tamara, su enorme orgullo al frente, y nuestro pasado a cuestas. Me saludó con un discreto beso entre la boca y la mejilla y se sentó junto a mí. Estuvo muy cariñosa. Finalmente arribó Diana, de quien hablaré en otra ocasión. Diana tiene un buen cuerpo, es guapa, quizá tenga menos años de los que aparenta, pero es malísima en la cama. Creo que no he conocido mujer que se mueva menos o peor que ella. En cuanto Tamara pudo no se contuvo las ganas y dijo en secreto al anfitrión, Se te juntaron, René. Caray, que bonito es guardar silencio.

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