Hay amores que se desvanecen en la nada. La distancia tiempo a la que se refería Armando Rosas (Si tu amaste a una mujer / y despertaste buscando otro querer / esa es la distancia-tiempo / que no se puede determinar). Uno cambia con el tiempo, cambian las preferencias políticas, los amores, los gustos. Se supone que uno no debe cambiar de religión, de partido o de equipo de futbol, y sin embargo uno cambia. He sido más católico, he sido menos católico; he sido de izquierda radical, moderada, oficialista, conservador, de izquierda inverosímil; he sido puma de niño, rayo de muy joven, e hincha chiva ya de adulto.
De la mano se desvanecen las ideas, los amores, se supone que no los principios, pero uno busca la sobrevivencia, hay traidores en todo el mundo, en la Alemania Nazi todos colaboraron en secreto; en el panismo todos critican a los yunques, pero muchos les prenden veladoras; todos somos honestos hasta que nos lleva la grúa o nos retiran la placa. Se desvanecen los dichos cuando las cosas cambian. Es más fácil ver el espejo que ser quien está allí dentro.
Y tú sientes cómo lo que hoy abrazas es para toda la vida, pero luego viene esa distancia tiempo y ese abismo. Y la preocupación de cómo hacer para que nada cambie o que sólo cambie lo que tiene que cambiar, que se acabe la música del vecino, que se apague la alarma del auto que está en la calle, que acabe la estridulación de ese grillo, que no termine la noche, pero que siga durmiendo y sólo interrumpa mi sueño para hacerte el amor.
miércoles, 23 de julio de 2008
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