domingo, 6 de abril de 2008

Creer y querer; quererte y creerte

Más amor y más celos.
No, no, no, eso no es amor. Eso es manipulación de uno hacia el otro.
Vivan los celos que nos dieron conflictos que nos dieron pasión que nos dio amor. Viva el cielo que nos dio el amor y la entrega absoluta, sin remilgos, ni condiciones, ni celos.
Alguna vez vivi algo así. Tardes seguidas en las que llamé y ella, no importa quién, no me contestaba el teléfono. Tuve celos pero me detuve. Un día fui yo quien no contestó el teléfono y recibí un ataque fulminante de celos. Al día siguiente ella no contestó el teléfono por horas. Cuando finalmente contestó reclamé iracundo. Pidió perdón con tal desgano que no le creí. Prometió nunca más reclamar. Al final di con la prueba. No contestó porque estaba ocupada, y no podía pedir perdón con el corazón porque no deseaba pedir perdón.
Pero también ha sido al revés. También he sido yo auscultado. Inocente y culpable. Con y sin remordimientos. Y lo he negado todo. Por supuesto.
Y siempre va surgiendo algo nuevo. Y siempre en el camino vas encontrando pruebas para no creer cuando no tienes ninguna autoridad para reclamar. Una llamada no contestada, una contradicción, pretextos jamás demandados, citas pospuestas, señales que en lo individual te invitan a exceptuar y que en conjunto te llevan a desconfiar.
Pero no tienes autoridad, no tienes más que el deseo -imposible de frenar-, para no creer, y entonces, como un disparo de semen -incontrolable también- cierras los ojos y te descubres queriendo y creyendo, queriéndote, creyéndote. Hasta que otra vez, las contradicciones afloran, de uno o de otro, y uno u otro deja de creer y luego de querer. Y la historia comienza de nuevo.
(Hay seres maravillosos que no viven este conflicto entre creer y querer de una manera tan intensa, como nosotros los amorosos conflictivos)
Y aquí estamos de nuevo, creyéndote, y mañana queriéndote.
Carajo (carajito, nos autorreprendíamos en casa cuando éramos niños), por qué, si yo quiero quererte y creerte cinco mil disparos de semen y no sólo dos docenas.
Carajito, carajito.
Carajita preciosa. Qué tienes que ya creo que te quiero.

No hay comentarios: